Dice el refrán que la belleza viene en todas las formas y tamaños. Ocurre en lugares donde menos te lo esperas. Revelando su arte en el cuerpo humano, cruelmente ausente en la presencia de deformaciones y cicatrices. Ashkan Honarvar (1980) representa una innegable belleza inevitable mediante la aceptación de los lados más oscuros de la "naturaleza" humana.
El cuerpo, destrozado por actos de guerra, explotados por la industria del sexo o usados como una herramienta para la búsqueda de la identidad, es el punto focal de su trabajo. Esto constituye la búsqueda de una representación universal del latente mal en todos los seres humanos, proporcionando una oportunidad para la reflexión. Su disección estética tiene una naturaleza macabra intrigante, que abre las imágenes para la interpretación.
La exploración casi empírica de Honarvar de la condición humana no conoce límites. Su objetivo, el núcleo indefinible.
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